Contracorriente: Nosotros, el pueblo

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10 de mayo de 2024
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12:03 am
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Contracorriente: Nosotros, el pueblo

Por: Juan Ramón Martínez

La Constitución de 1982, se dice que los diputados, “electos por la voluntad soberana del pueblo”, decretan la carta magna. Esta afirmación, confirma que además del territorio y el gobierno, lo importante de Honduras es el pueblo, la población, sin la cual, la nación es inexistente. Porque podemos perder el territorio y crear el gobierno; pero solo si sobreviven los hondureños, la existencia de Honduras estará garantizada. Los judíos fueron un pueblo sin territorio. Los palestinos, son un pueblo sin Estado reconocido por la comunidad internacional.

Decimos lo anterior porque, en cualquier momento de las crisis que hemos vivido en el curso de la historia, la esperanza ha estado siempre, en las manos de los hondureños que, pese a las dificultades, confían que la nación sobrevivirá sobre la tierra. Hay que reconocer que no es agradable perder la patria; ver que se ahogan la nación; y, naufragan las instituciones en manos de los egoísmos desbocados. O por intereses superiores que derrotan a los líderes nacionales. Los soviéticos, todavía no se han recuperado de perder la URSS; y, los centroamericanos, en honor a la verdad, no nos hemos recuperado de la desaparición de nuestra primera patria, que cayó en brazos de los líderes más irresponsables que pudimos tener.

En función de la importancia que el pueblo tiene en la forja, desarrollo y existencia de la nación, es útil echar una ojeada a su calidad. Ahora, por fin, somos más de ocho millones, suficientes para crear un mercado interno suficiente. Lo que hace falta para ello, es tener la capacidad de compra necesaria, que en honor a la verdad es muy baja, debido a que las fuerzas económicas internas no se han desarrollado. El capitalismo moderno no ha podido despegar. Las fuentes de empleo son insuficientes y el producto interno bruto es muy bajo; uno, de los más bajos de Centroamérica. Esta dificultad, tiene que ser resuelta, si queremos que Honduras pueda ser una gran nación. Porque ello solo es posible, si tenemos un gran pueblo. Y, el que tenemos, desafortunadamente no lo es.

El que nuestros jóvenes estén emigrando, en la búsqueda de empleo, es una indicación que necesitamos mejorar la operación de los factores de la producción, para dar empleo, bueno y permanente a nuestros jóvenes compatriotas.

En la información internacional, se dice que el segundo país con mejor manejo del inglés es el hondureño. Este es un éxito. Pero no es suficiente para mejorar Honduras, porque los últimos datos indican que, no anda bien nuestro sistema formativo en términos de calidad del español y las matemáticas. El español es fundamental para leer y entender las instrucciones. Y, las matemáticas, para efectuar rápidamente las operaciones que se necesitan para tomar decisiones. Costa Rica esta mejor que nosotros en estos dos aspectos, por lo que algunos empresarios quieren establecer un Silicón Valley en su territorio, aprovechando el entrenamiento y el talento de una mano de obra preparada.

En esta dirección, hace falta que el hondureño, después de ir a la escuela, al instituto y la universidad, desarrolle la capacidad de pensar antes de actuar, en la medida en que, puede entender las relaciones de causalidad que se dan entre las cosas materiales y los hechos sociales. El atraso económico que exhibimos, el menosprecio internacional que nos dispensan los mercados, tiene una causalidad que si, queremos cambiar las cosas hay que remover.

El liderazgo que tenemos, en las esferas económicas, políticas y religiosas es el responsable del desarrollo que observamos actualmente. La falta de empresarios creados en el interior de familias con apellidos españoles y del consiguiente escaso de capitalismo moderno con que contamos, es culpa de nosotros y no de nadie más. De la misma manera, de los predicadores religiosos que hemos tenido. Los principales responsables de la falta de confianza que exhibimos, que, en algunos casos, hace creer que Dios no nos quiere como sí quiere a todos los demás, es fruto de malos predicadores.

Los hondureños, tenemos que forjar una nueva conciencia, para de esa manera, enfrentar la vida con más valentía, confiados en Dios, seguros que podemos hacer lo mismo que otros pueblos; y, además, elegir entre nosotros, a los mejores para que nos gobiernen. Ahora, cuando vienen las campañas electorales, es la oportunidad que elijamos a los mejores. Y que no sean, los “caudillos” los que dirijan nuestras vidas.

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